Mi esposa con una gran puta en mí esperó a que llegara a casa. Allí se sienta en una habitación de hotel, desnuda hasta la piel leyendo para nada menos que un revolcón sin ataduras. Tenía una boca grande y ancha allí abajo que era perfecta. Sí, la tomé como un loco, o una mujer tomándolo como el animal salvaje, satisfaciendo sus instintos lujuriosos.