Una madrastra rubia con cabello rojo y barba completa no podía tener suficiente de su hijastro y los tacones rojos altos que llevaba eran para morirse. Como cualquier hombre, él es atendido con suma consideración sin dignidad, olvidando que ahora se duchan en el garaje, ella luego procede a ofrecerse a él en estilo perrito. Todas las grandes escenas se filman a través de una cámara, la realidad y la fantasía están entrelazadas. Esto no es simplemente sexual, sino la expresión de lujuria ilícita.