Después de una explicación más detallada de mi complicada y absolutamente perversa aversión no apasionada al semen, él estaba perfectamente feliz de complacerlo. Nuestra escena sensual fue un juego previo lingüístico y una conclusión explícita: un final copioso y copulatorio. Tenía genitales bastante grandes, lo que solo me hacía querer más, y nuestra sesión era ruda y sexual.