Un ladrón presencia el encuentro de un amante y los trallazos del drama desde un cambio de escena que notifica al público el escenario y el tiempo de la obra. Asustado de que la emoción tenga la dimensión del placer, también se entrega a los placeres haciendo el amor con el deseo de la mujer. Muestra su salvaje confrontación que gana un final climático.